domingo, 12 de diciembre de 2010

La sospecha

Me despierto, molesto. Tengo una sensación extraña. No consigo entender qué es, pero hay algo que se me olvida. Algo.
Me levanto de la cama y camino hasta el cuarto de baño. Me lavo la cara y las manos; durante un segundo, por culpa del sueño y los ojos pegados, veo doble y creo que tengo seis dedos en la mano derecha. Me fijo bien. Tengo cinco, claro.
Me seco las manos y camino hasta la cocina para prepararme el desayuno. Meto una taza de leche en el microondas. Pulso la tecla dos veces para marcar un minuto, pero el contador digital hace cosas raras. Aparecen signos que no conozco, extraños y cambiantes. Pulso el botón de encendido de todas formas, y cuento en voz alta.
Cuando lleva diez segundos me doy cuenta de que una gran nube de vapor esta saliendo de la rejilla de ventilación.
-¡Hey, hey!-exclamo, abriendo la puerta. El microondas se detiene automáticamente.
Miro la taza vacía en el interior del aparato; una gran nube de vapor escapa. El recipiente se encuentra completamente vacío.
Empiezo a sospechar. Me acerco a la pared y pulso el interruptor varias veces, encendiendo y apagando. Nada, no funciona. La luz sigue encendida. Salto, y tardo tres segundos en volver a tocar el suelo.
Caigo en la cuenta, y de pronto todas las formas se hacen reales. Soy repentinamente consciente de lo altas que son las paredes, del extraño color rosa del cielo. Camino por la casa, deleitandome de mi descubrimiento.
-Espero que aún queden muchas horas para que suene el despertador-sonrío. Me lanzo por la ventana y vuelo hacia lo mas alto.

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