Para variar (no todo van a ser relatos), hoy voy a hablar de un suceso real. No es que vaya a ser una experiencia aterradora y claramente sobrenatural, pero si que es algo misteriosa. Ligeramente inquietante. A mi me encanta, y me encanta contarla.
¿La razón por la que voy a contarla? Ayer, navegando por la blogosfera, acabé en un blog bastante interesante, llamado "La Caverna del Mitraísta". Leí algunos relatos, curioseé por aquí y por allá. Y llegué a un post acerca del Père Lachaise, el "cementerio de los famosos" de París. En él están enterrados (por poner algunos ejemplos) Jim Morrison, Edith Piaf, Eugène Delacroix, Georges Mélies, Théodore Gericault...y muchos más.
Este verano estuve allí, en París, con mi novia Luz, y sinceramente nos encantó. Llegamos temprano, cuando aún no estaba lleno de turistas (puede que nosotros también lo fueramos, pero al menos no ibamos "en manada"), y el silencio, el viento arrastrando las hojas secas, las tumbas...era un sitio precioso. Muy tranquilo. Lo reconozco, siempre me han gustado las cosas "tetricas", pero no era solamente eso. Tenía verdadero encanto, esas tumbas abiertas, los arboles clavando las raíces en las lápidas...
Me estoy yendo por las ramas. De lo que quería hablar era de algo que pasó en el cementerio, no del cementerio propiamente dicho.
Después de haber recorrido el cementerio de punta a punta decidimos ir a la Rotonda Casimir-Perrier (si, las calles del cementerio tienen nombre. Y si, tengo una copia del mapa aquí al lado) a descansar. Luz bajó directamente por las escaleras, hacia la plaza, pero a mi me encantaba corretear entre las tumbas, así que le dije que bajaría por otro camino y nos encontraríamos abajo. Así lo hicimos.
Y me encontré algo mientras bajaba. Se que es una tontería, pero encima de una de las tumbas, en un caminito medio escondido, había una chaqueta y un libro abierto. Eso no fue lo que me llamó la atención. Lo que me llamó la atención es que ambos tenían telarañas y trocitos de hojas, y polvo; alguien había dejado la chaqueta doblada en la esquina de la lápida, el libro abierto, y se había ido.
Soy curioso por naturaleza. Me acerqué a la tumba y me puse a husmear. Lo primero, que más me llamó la atención, fue que el libro esta escrito en checo. Eso no tenía por que ser necesariamente raro. Lo raro era que alguien había dejado aquello allí hacía días. Miré la inscripción en la tumba; quizás aportara información. Quizás el tipo que estaba enterrado dentro era checo, y ese era su libro favorito; quien sabe.
Esa es la inscripción que había en la tumba. Como hice la fotografía con flash no se entiende bien, pero tomé nota en mi cuaderno. Dice así:
Au Docteur LeNoir
La Societé
BENVENUTO-CELLINI
Sin fechas ni nada. Me sorprendió bastante, la verdad.
Volví mi atención de nuevo al libro. Era Rekviem, de Jaroslav Durych. Según me enteré después es un clásico checo, una de las partes de una trilogía historica, de líos políticos y todo eso. Lo curioso es que el libro era de una biblioteca. ¿Era un libro robado de una biblioteca? ¿Quién viaja desde la Republica Checa a París con un libro de biblioteca? Y...¿quién se lo olvida encima de una lápida, junto con su chaqueta?
Como ya llevaba un rato y no quería que Luz se preocupara, bajé a la Rotonda. Le conté lo que había visto y me acompañó para echarle un vistazo. Mis teorías le dieron un poco de mal rollo (las expondré más adelante), y nos alejamos. Mientras nos ibamos, le comenté que me había quedado con las ganas de echarle un ojo al interior de la chaqueta, y ella me dijo que fuera, que me esperaba allí; no tenía ganas de volver y tampoco le gustaba mucho el asunto de hurgar en chaquetas. Bien, miré el interior de la chaqueta.
Solamente había un billete de metro.
Tuve que maldecir los billetes del metro parisino; no aparece ningún tipo de fecha, ni siquiera día y mes. Me pareció bastante curioso, pero lo dejé todo tal y como estaba y me fui.
Al llegar a donde estaba Luz, me la encontré limpiándose con un pañuelo. Por lo visto, nada mas irme, se había sentado en un banco de los que hay por el cementerio. En ese momento tres cuervos habían salido volando por detrás de las tumbas, justo por encima de ella, muy cerca, cagándosele en lo alto. Deberían aprender a avisar de los malos augurios de otra manera. Tras un poco de mal rollo, nos fuimos de Pére Lachaise.
Seguimos visitando París sin más novedad.
Cuando ya ibamos a irnos de París, el día que esperabamos en el aeropuerto (acompañados de mi fiel cuaderno), se me ocurrió que cada uno hicieramos un dibujo del Doctor LeNoir, a modo de juego. Luz dibujó un doctor con su bata y su estetoscopio, bien afeitado y peinado. Yo dibujé un tipo con barba y bombín, vestido de negro, con una mirada entre cansada y agresiva. En parte lo saqué del "Hombre de la Barba" de un sueño que tuve hace mucho tiempo (con el que aún sueño de vez en cuando; ya contaré la historia del "Hombre de la Barba" otro día), y allí quedó. Mientras esperabamos a nuestro avión dibujé muchas, muchas veces al Doctor LeNoir (puro aburrimiento), así que Luz ya se conocía la cara más que de sobra.
Bien. Hace cosa de medio mes me contó que, andando por la calle, había visto a alguien que se parecía mucho a mi Doctor Lenoir. En vez de un bombín llevaba un sombrero, pero se parecía a él. Por lo visto se quedó mirandola mientras pasaba. Ella se quedó bastante sorprendida. Al volver la vista, ya no estaba.
Mi problema respecto a estos asuntos es que, como Fox Mulder, "I want to belive", pero al contrario que él yo no estoy convencido. Me gustaría mucho que hubiera cosas ultraterrenas por ahí, pero no me llego a convencer del todo. En fin, aquí mi teoría. Medio en serio medio en broma, pero el asunto no tiene mucho sentido; mi teoría tampoco tiene que tenerlo:
El Doctor LeNoir podría ser una especie de vampiro. El Señor Checo estaba leyendo, sentado sobre su tumba, y eso molesto un poco al Doctor. Se lo cargó, y pasó de recoger el libro y la chaqueta porque la gente (yo es que soy demasiado curioso, es cierto) no suele tener demasiadas ganas de husmear en las cosas depositadas sobre tumbas. Nos siguió a Luz y a mí hasta Sevilla, y está vigilando por si nos vamos de la lengua...
Esto quiere decir; si de aquí a unos días desaparezco sin explicación, ya sabeis por donde empezar a buscar...
Lo sé, no es una historia con un final impactante; nada se desvela en la última línea, no hay ninguna punchline que desvele (o al menos subraye) el misterio. Pero así son las historias reales; nada queda resuelto y nada termina.
Hasta mañana, damas y caballeros.