miércoles, 22 de diciembre de 2010

Deducción.

-Y que su fuerza os ilumine a todos.
Con esas palabras se cerró la reunión; un rayo rasgó el cielo y un trueno retumbó teatralmente. Las luces se apagaron y hubo un gran revuelo; la gente gritaba y se levantaba. Durante unos instantes todo se redujo a caos, y de pronto, tal como se hubo ido volvió la luz.
El cuerpo del Gran Maestre reposaba, inmovil, en el centro de un gran charco de sangre que se iba haciendo cada vez más grande. Un grito resonó en la sala mientras los presentes vieron, horrorizados, el gigantesco cuchillo clavado en la espalda de tan insigne señor.
Una figura decidida salió de la multitud y se acercó al cuerpo. Era el joven Pascal Fourier, intrépido reportero de la Gaçette de la Province. Se adelantó hasta el cuerpo, tocó su muñeca, y sentenció.
-Ha muerto.
Esto provocó aún más revuelo entre muchedumbre. El joven los hizo callar con un gesto y continuó:
-Este cuchillo es sin lugar a dudas la daga de la Penetración; la ilustre forma de su mango lo atestigua. Sin lugar a dudas, quien ha cometido el crimen había planeado el corte en la corriente. Disponía de acceso a los juegos de llaves, ya que si no le habría sido imposible abrir el Armario de los Útiles.
-Creo que...-empezó uno de los asistentes, un señor anciano y cejijunto.
-¡Silencio! Mis deliberaciones requieren tranquilidad y sosiego-se incorporó, mirando a su alrededor-A ver; ¿quien querría matarlo? ¿Sería...la suma sacerdotisa, acusada de impíos actos con los Útiles?-señaló con un dedo a la mujer, que se ruborizó-¿O habrá sido el Secretario, ávido de poder?
-¡Cuidado con lo que....!-comenzó el secretario, pero cerró la boca al ver el gesto cortante del joven.
-Esto requiere de mis dotes deductivas. Veamos...
-¿Quiere alguien...?-volvió a comenzar el anciano cejijunto.
-¡Que alguien calle al viejo!-aulló Fournier, haciendo un gesto de desprecio-Veamos, necesito entrevistarme con todos los presentes. Que nadie salga de aquí; todos deberán hablar conmigo. Yo, el gran Pascal Fournier, habiendo podido resolver el misterio de las Joyas de Persia, el asesinato de Sir Wallace y las Voces de la Mansión de la Fontaine, conseguiré resolver este caso en un pis pas.
-¿Nadie va a escucharme?-aulló el anciano.
El joven refunfuñó y le miró con sorna.
-¿Que vas a aportar tú a la investigación? ¿Crees que puedes compararte conmigo?
-Compararme no se-respondió el anciano-pero puedo darle mi consejo. Mi consejo es el siguiente; si apuñala a alguien, no se limpie en su propio pañuelo. Y si lo hace, no lo deje caer por ahí.
De su mano nudosa colgaba un pañuelo manchado de sangre en el que se veía bordado el nombre completo de Pascal Fournier.
-Ups-dijo el periodista, y corrió.

3 comentarios:

  1. Es un detective algo pilluelo.Muy bueno el relato.

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  2. Algo pilluelo y algo malvado. Me alegro de que te haya gustado el relato

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  3. Ja, ja. Es un relato muy simpático.

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