jueves, 25 de noviembre de 2010

La caída

Estaba en el borde del agujero. Miró hacia aquel pozo infinito, indeciso.
Detrás de él esperaba una fila, una larga, larga fila. Había pasado treinta minutos en la cola, esperando. Cada uno caminaba despacio, primero pasando la línea azul, luego la roja y por fin la negra.
Le quedaban treinta segundos.
En la línea azul uno tenía que empezar a ponerse el traje. Tenía que meter los brazos y las piernas en el mono blanco, y preparar los cierres. 
Veinte segundos.
En la línea roja había que colocarse el casco y comprobar los sellos.
Diez segundos.
En la línea negra se volvía a comprobar todo. Un error sería fatal.
El suelo bajo sus pies vibró, y la compuerta se abrió, dejándole caer hacia las profundidades de la tierra. Sintió un ligero desaceleramiento nada más atravesar el campo de vacío; ahora estaba en la zona sin fricción, por lo que se aceleraría indefinidamente hasta alcanzar el núcleo.
A su alrededor, la oscuridad comenzó a disiparse. Lentamente estaba dejando atrás la corteza; el magma se arremolinaba a su alrededor, pero era imposible captar detalles. Aparte de la velocidad, su cuerpo estaba sufriendo fuertes náuseas producto de la aceleración constante.
Siguió cayendo. De vez en cuando los estabilizadores magnéticos del traje le devolvían al centro del túnel; el planeta seguía girando y él caía en línea recta. Eventualmente debía haber chocado contra las paredes, haciendo arder el traje por la fricción. La idea le daba escalofríos.
El tiempo se arrastraba lentamente, y él no podía hacer nada. Ni leer, ni beber, ni nada. En el interior del traje, la bolsa automática de vómitos se mantenía plegada, pero el indicador señalaba que la desaceleración empezaría dentro de no mucho. Ese era el momento que más temía; el momento de las náuseas.
El túnel no pasaba por el centro exacto de la Tierra; se desviaba un puñado de kilómetros para esquivar el núcleo. Pudo ver el indicador del traje, marcando con un parpadeo el momento decisivo. Ahora empezaba lo peor.
No era como el frenazo de un coche, porque lo que le paraba no era el respaldo del asiento, sino él mismo. Era él el que desaceleraba. Odiaba la sensación.
Tras unos minutos interminables, durante los que estuvo deseando accionar el pulsador de palma para desplegar la bolsa para vomitar, vio como el indicador de llegada se encendía. En efecto, la luminosidad estaba desapareciendo. Se iba sumiendo en las tinieblas, pero sabía que dentro de poco llegaría.
Cuando salió del túnel era de noche. El campo de desaceleración se activó en cuanto salió disparado del agujero; el destino se encontraba más cerca del núcleo magnético que la salida. Así se evitaba el movimiento armónico simple, decían. Si estuvieran a la misma distancia, al llegar al punto de salida se tendría aceleración cero, por lo que se volvería a caer infinitamente. Nada agradable.
El tubo de redirección le llevó al hangar de salidas.
Mientras se quitaba el equipo vio como un hombre, un señor japonés vestido con traje, se acercaba con un cartel en el que se anunciaba el nombre de su empresa.
-Señor Van Eyck-saludó. En su voz no había rastro de acento-La Corporación Motoyama le da la bienvenida. Espero que haya sido un viaje agradable.
-Sin querer faltarle al respeto, la próxima vez preferiría venir en avión. No me importa tardar doce horas si puedo evitar volver a meterme ahí.
-Por supuesto, señor Van Eyck.-sonrió el hombre-Es solo que el asunto es de la máxima importancia. Requerimos su presencia inmediata. Acompáñeme, por favor.
Van Eyck resopló, pero le siguió.
Dios, como odiaba a aquellos tipos.

6 comentarios:

  1. La tierra como un queso gruyer. Una idea interesante.

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  2. Ayer estaba pensando en qué escribir, y vi un vídeo de la banda británica Muse; en él el cantante caía por un túnel muy largo, y al abrirse el agujero al otro lado del planeta, caía al espacio. Pensé sobre el asunto, y me dije "no puedes caer sin más, la aceleración que ganas al ir acercándote al centro se contrarrestaría por el tirón de la masa de la tierra al quedar a tus espaldas; desacelerarías y te detendrías al llegar al extremo opuesto". Ya por curiosidad, miré en internet, y vi que mucha otra gente ya había tenido esta idea. Los problemas eran; la fricción y resistencia del aire, que te impide seguir acelerando cuando alcanzas una cierta velocidad (hace como de colchón), y la rotación de la tierra, que hace que las paredes del túnel se acerquen a ti; tu trayectoria al caer se vuelve independiente del movimiento de la tierra. Serías una especie de péndulo de Focault, solo que con un movimiento vertical en lugar de horizontal.
    El relato intenta explicar estos principios, y fantasear con las posibles formas de viaje que supondría.
    Tenía ganas de soltar la parrafada, ea xD

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  3. Gran parrafada! Es un relato buenísimo... Por cierto, repasa las tildes.
    Un saludo!

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  4. Me alegro de que te haya gustado ^^ Tildes repasadas, gracias por comentarlo!

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  5. Ciecia ficción, me gusta.

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  6. Los relatos futuristas molan. Yo creo que todo el mundo ha pensado eso de atravesar la tierra por una punta y aparecer en la otra xD

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